El mundo de los juegos indie está lleno de clones que tratan de sacar lo mejor de sus referentes. Cuando no son clones, son homenajes, referencias a obras maestras del entretenimiento electrónico; o meras curiosidades jugables. O experimentos.
Yume Nikki es un juego que pertenece a esta última categoría. Un viaje surrealista por los sueños de una extraña niña.
¿Qué demonios ocurre aquí?
A esta amable pregunta sólo se le puede responder de una manera: No hay manera de entender qué ocurre. Simplemente pasa. Y lo que pasa es que Madotsuki está en su casa de la que no quiere salir. Allí sólo tiene una alfombra, unos cuantos cojines, una mesa, una silla, una librería, una tele con la que únicamente puede jugar a un juego frustrante, un balcón desde el que sólo se puede ver un poco el cielo… y su cama.
Lo único que podrás hacer con Madotsuki es pasearla un poco por su diminuta casa y dormir. Pero, lejos de pensar que el mundo de esa niña se acaba aquí, nos queda un lugar más que visitar, sus sueños.
Madotsuki es una experimentada onironauta: Casi sin esfuerzo, sólo esperando tres segundos, es capaz de hundirse en su propio universo personal, un mundo de sueños que va relatando siempre que tiene ocasión en su diario (Yume Nikki). Así pues, cuando alcanza la conciencia en el mundo onírico, Madotsuki se encuentra en su propia habitación. Pero no es lo mismo: el exterior es extraño e inquietante, como ejemplo tenemos a la televisión que sólo permite ver la imagen de un ojo. Pero es en este mundillo en el que la joven protagonista se atreve a salir por la puerta de su casa para encontrarse con…
Las Puertas
…puertas que llevan a lugares de lo más dispar en la mente de esta joven y, a todas luces, terriblemente insegura niña. Lugares como un campo nevado y abandonado; un laberinto lleno de poliedros, un espacio negro lleno de charcos, una zona hasta el techo de neones… lugares maravillosos a la vez que grotescos e inquietantes.
Y en tales lugares es capaz de encontrarse con personajes de lo más dispar, seres extraños que no le dirigen ni media palabra, palabras que Madotsuki no pide: Madotsuki sólo viaja, busca, observa, se pierde, es capturada… y encuentra cosas.
Tales cosas son los efectos, diversos objetos muy heterodoxos que le permiten conseguir diferentes habilidades, desde la bicicleta que te permite andar el doble de rápido (adoraréis este objeto); la flauta que permite tocar unas notas; la cabellera rubia, sin uso pero que le queda bien; un paraguas que hace llover; un cuchillo que le permite matar… hay más de quince efectos diferentes en este rarísimo juego y no todos ellos tienen un propósito. Es como si el autor los hubiera acumulado sin ton ni son y sin esperar sentido alguno. Como en un sueño de verdad.
¿He de salvar el mundo?
Este juego carece completamente de objetivo. Puedes hacer lo que te plazca en él dentro de los límites ya expuestos: Bien puedes permanecer despierto paseándote por la habitación y terraza sin hacer nada; jugar al frustrante NASU, un extravagante juego que trata de emular el estilo de los juegos de la NES, o irte a dormir para disfrutar / sufrir los sueños de esta niña.
Yume Nikki no posee historia alguna, no te da órdenes de hacia donde ir y tu libertad de movimiento en el mundo de los sueños es casi absoluta. Las diferentes zonas de esos sueños son monstruosamente enormes y esféricas, lo que permite que uno se pierda casi sin pretenderlo. Los suelos suelen ser transparentes y, por debajo de nosotros podemos ver toda clase de ilustraciones grotescas que nos inquietarán más al jugar, dibujos dignos de una mente daliniana que no ayudan a librarnos de esa sensación de que está ocurriendo algo no precisamente bueno.
Todo ello pertenece a la mente de la niña y, al mismo tiempo, es cuanta pista podamos tener de lo que le ocurre para que no quiera salir de la casa. Un mar de símbolos confusos y raramente agradables, con un par de poco comunes excepciones, que sólo nos permite imaginar vagamente las razones de Madotsuki para permanecer recluida. ¿Abusaban de ella en el colegio? ¿Ha huido? ¿Ha perdido a sus padres en un accidente de tráfico? ¿Es una artista? ¿Ha matado a alguien? ¿Ha sido humillada públicamente? ¿Siente nostalgia de algo? ¿Está enferma?
Nada es seguro. Y estas sólo son algunas de las teorías que podremos manejar gracias a los escasos datos que nos dan los habitantes de los múltiples mundos que podemos visitar.
Y, entended lo evidente: El mundo de Yume Nikki es monstruoso. Cuando crees que ya lo has visitado y manejado todo, te encuentras con usos nuevos a los efectos que posees y con ellos encuentras nuevos caminos hacia lugares más extraños si cabe, como ciertos caminos tras las paredes, o a eventos raros tales como el vuelo de la bruja.
¿Qué opinaría Dalí de todo esto?
No sé lo que opinaría el artista de Figueras de este juego pero, lo que es seguro, es que aseveraría que sus gráficos son bastante chuscos. Y no es para menos: Este juego es un producto más del vasto catálogo de juegos creados mediante RPGMaker. Aún así, todos los mapas, personajes, animaciones, fondos, efectos y gráficos de Madotsuki han sido creados por Kikiyama, el autor de este juego. Pero, aún a pesar de su aparente escasa calidad, ofrecen una variedad y fuerza demoledoras (Yume Nikki no es inquietante porque sí…).
A nivel sonoro, el juego tiene muy lindas composiciones, tantas como las agobiantes de sus zonas de pesadilla. Pero no siempre es música: Normalmente no pasarán de meros efectos de sonido repetidos una y otra vez, unas veces con sentido, otras veces sin él (¿una estación de metro donde suena el tren y, sin embargo, no hay ningún tren?). Como sea, gracias a su música y a los diferentes efectos de sonido, el juego mantiene el tono que pretende.
A pesar de los defectos que pueda arrastrar por tales gráficos y música, Yume Nikki tiene su propia y fiel fanbase que realiza toda clase de obras derivadas, desde ilustraciones, mangas (normalmente en clave de humor), remezclas de sus canciones y vídeos de toda clase, por ejemplo…
La danza de Poniko
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